Habilidades de comunicación: cómo afecta el estrés a nuestro cerebro

Cuando el cortisol se apodera de nuestro cerebro

 

Habilidades de comunicación: cómo afecta el estrés a nuestro cerebro_Lladó Comunicación

 

¿Quién no lo ha vivido? como el “malo de la peli” o como espectador: estamos en una reunión y el ambiente se va caldeando y poniendo tenso. Más que una reunión de la que deberían salir acuerdos, parece una competición. El que siente que está perdiendo la “partida” (incluso si se trata del mejor “jugador”) reemplaza los argumentos por un tono de voz cada vez más alto, como si así fuera a conseguir ser escuchado. Ha perdido el control y se está poniendo en evidencia.

Cuando estamos estresados, nuestra glándula suprarrenal segrega una hormona esteroide: el cortisol. A medida que nuestro nivel de cortisol sube, disminuye nuestra capacidad para responder adecuadamente a las situaciones de estrés. Esta hormona se apodera literalmente de nuestro cerebro si nos sentimos agredidos, amenazados, provocados o tenemos miedo.

¿Qué le ha pasado a alguien que ha perdido los nervios?

 

Habilidades de comunicación: cómo afecta el estrés a nuestro cerebro

 

Cuando estamos estresados nuestra glándula suprarrenal segrega una hormona esteroide, el cortisol. A medida que nuestro nivel de cortisol sube, disminuye nuestra capacidad para responder (gestionar) adecuadamente a las situaciones de estrés.

Esta hormona se apodera literalmente de nuestro cerebro cuando nos sentimos agredidos, amenazados, provocados o tenemos miedo. Como el cortisol es también un neurotransmisor que activa la comunicación entre las neuronas y las células nerviosas, las funciones de nuestro cerebro que nos permiten adoptar actitudes reflexivas, estratégicas, prudentes y empáticas se “desvanecen”: quedan temporalmente bloqueadas y ceden el control a la amígdala, nuestro cerebro más primitivo y emocional.

 

Antes de seguir, una pausa: creemos saber qué es el estrés, pero parece que no es así

 

Todos creemos saber lo que es el estrés, pero parece que no es así. La neurocientífica Sonia Lupien nos explica en el vídeo de abajo (programa de Redes) qué es, por qué unas personas se estresan más que otras, qué diferencia hay entre el estrés “bueno” y el crónico, si se puede evitar y cómo reacciona nuestro cuerpo frente a él. Avanzamos, sin embargo, un punto importante.

 

Hay cuatro características que hacen que vivamos una situación como estresante:

  • Enfrentarnos a algo nuevo.
  • Enfrentarnos a algo impredecible.
  • Tener la sensación de que no controlamos la situación en la que nos encontramos.
  • Cuando percibimos algo como una amenaza para nuestra personalidad: si alguien cuestiona nuestra capacidad, por ejemplo, para llevar adelante nuestro trabajo.

 

La mente nublada genera cuatro respuestas, todas contraproducentes

 

En estas circunstancias nuestro organismo se ve “obligado” a tomar una decisión sobre qué camino seguir para protegerse, en este caso, de la vergüenza y la pérdida de control o poder en el grupo. Y como no está en condiciones de regular las emociones para gestionar la brecha entre sus expectativas y la realidad, opta por una de estas cuatro respuestas:

  • La pelea (mantener la confrontación).
  • La evitación (someterse a las decisiones del grupo).
  • “Congelar” la situación (callarse).
  • Intentar apaciguar los ánimos (busca reconciliarse con el “adversario”).

Según la consultora Judith E. Glaser*, experta en la formación de ejecutivos en habilidades de comunicación, ninguna de estas respuestas es saludable porque impide compartir opiniones de manera abierta y honesta. Glaser asegura que la primera respuesta, la lucha, es la más dañina y, por desgracia, la más habitual.

 

Que nos den la razón crea adicción

 

Habilidades de comunicación: cómo afecta el estrés a nuestro cerebro_Lladó Comunicación

 

Hay otro proceso neuroquímico que interviene en la opción por la pelea como respuesta: cuando argumentamos y ganamos, nuestro cerebro produce adrenalina y dopamina, hormonas que nos hacen sentir bien (invencibles, dominantes, etc.) Nuestro cerebro quiere volver a experimentar la sensación, por lo que cuando vuelva a presentarse la oportunidad, actuará igual.

 

¿Cómo revertir la situación? La oxitocina, la hormona de la estabilidad emocional

 

Sin embargo, existe otra hormona que nos hace sentir tan bien como la adrenalina: la oxitocina. Cuando esta hormona está presente en nuestra sangre, en nuestro cerebro se desencadenan una serie de reacciones que favorecen las buenas relaciones sociales: sentimiento de confianza, ganas de abrirnos y compartir, la generosidad, la motivación, etc., y nos ayuda a disminuir el estrés y la ansiedad. Cualquier líder o responsable de un equipo debería tener como objetivo estimular su propia producción de oxitocina y la de las personas con las que trabaja, y evitar que se produzcan esos picos de cortisol y adrenalina en la reuniones de trabajo.

 

El papel de la oxitocina en la cohesión de equipos

 

En un próximo artículo veremos cómo activar la oxitocina en nuestro organismo y cómo podemos conseguir que mejore la comunicación en un equipo estimulando su producción en los demás. Como comprobaremos, el reconocimiento del otro tiene un papel esencial.

 

*Este artículo está basado en el de Judith E. Glaser Your Brain is Hooked on Being Right.

GLASER, Judith E. Your Brain is Hooked on Being Right [en línea]: Harvard Business Review. 2013. Disponible en:https://blogs.hbr.org/cs/2013/02/break_your_addiction_to_being.html

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About The Author

Susana Lladó - Lladó Comunicación

Licenciada en Filosofía y máster en Publicidad y Marketing. Me dedico, como "freelance", a llevar la comunicación y el marketing digital de empresas.

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